4 mayo, 2016
Por: Lorena Barquín García-Villoslada / Mtra. en Educación Social y ASC
Una crianza positiva es sin duda aquella que es capaz de reconocer profundamente que un bebé es una persona, no un muñeco ni un sueño que voy a construir a mi antojo. No es la plastilina ni la esponja que me han contado y que quiero controlar y moldear. Es una persona con sentimientos propios y con derechos, con gustos, intereses y hasta decisiones propias.
Para aprender a respetarlo será de gran ayuda que en todo momento nos hagamos preguntas como: ¿qué sentiría yo en su lugar?, ¿qué hago cuando me pasa algo así a mí?, ¿le estoy permitiendo ser quien es o le estoy imponiendo quien quiero que sea?, ¿por qué no respetar su decisión?, ¿a mí me gustaría que me abrazara un extraño?…
La lista de preguntas puede ser tan larga como la vida misma, lo importante será que nos ayuden a reconocer a una persona en cada bebé y que aprendamos a respetarlos como tales. A continuación, presento breves reflexiones que acompañan este intento de construir una crianza positiva que favorezca en nuestros niños el crecimiento de personas más íntegras y felices.
¿Por qué la verdad es un derecho? Los derechos son aquellas cosas sin las cuales afectamos nuestro sano desarrollo. Por ejemplo, si no alimento a mi bebé podría enfermar o hasta morir, por lo tanto afirmamos que tiene derecho a ser alimentado. Lo mismo pasa con la verdad, una persona, y por lo tanto un bebé, tienen derecho a la verdad, pues sin ella ponemos en juego la salud emocional.
Su salud emocional está en juego cuando no le decimos la verdad, ya sea porque mentimos o porque callamos. Un ejemplo muy claro es cuando no le explicamos a dónde vamos o por qué nos desaparecemos, o que se va a quedar bajo el cuidado de tal persona pero que vamos a volver después de unas horas. Si lo engañamos o no le explicamos lo que pasa y lo que va a pasar, lo sometemos a un estrés y una incertidumbre que acaba generando en ellos desconfianza y temor. Es preferible que llore cuando te despides de él, pues se quedará con la sensación de que no lo engañas y de que te vas tranquila porque está en buenas manos. De otro modo, si aprovechamos el momento en el que está distraído para desaparecer, generaremos en él o ella un constante temor al abandono, pues aunque sus padres estén presentes “podrían desaparecer sin previo aviso” como lo han hecho en otras ocasiones.
Nunca menosprecies su capacidad de comprensión, hasta los niños recién nacidos tienen una sensibilidad especial hacia las emociones y mensajes de sus padres. Tal vez no comprenderá en qué empresa trabajas ni la hora exacta a la que vuelves, pero sin duda percibe el mensaje de amor de una madre y un padre que lo respetan y que lo aman tanto que lo dejan en el mejor cuidado y se van con el deseo de volver lo antes posible para encontrarse profundamente con él; le aseguran que no lo abandonan.
Digámosle siempre la verdad, tenga la edad que tenga, se trate de lo que se trate, puede entenderlo y su integridad emocional tiene el derecho a saberlo.
No podemos ni imaginar la sensibilidad que tienen los bebés hacia las emociones de las personas que lo cuidan. Los bebés no sólo tienen emociones y experiencias propias, sino que sienten lo que nosotros vivimos y sentimos, sin embargo, los adultos muchas veces nos empeñamos en vivir como si esto no ocurriera, negándonos y negándolos.
¿Cómo le voy a decir a un bebé que estoy triste o enojada?… No hijo, no pasa nada, mamá está bien.
Ni siquiera nos damos cuenta de que el bebé ya percibió la emoción y le mandamos el mensaje de “mamá está bien, está contenta”, ¿qué pensarán ante tal incongruencia? Y luego el bebé se pega o llora porque tardamos en darle la comida y nuestra reacción es: “no pasó nada, no pasó nada… mira el patito, mira el patito…” o el tradicional “no te enojes!” ¿Qué mensaje le estamos mandando? Muy sencillo: las emociones deben reprimirse, lo que sientes no es válido ni aceptado por los demás, y rematamos enseñándoles a no identificar sus emociones llevándolos a ser adultos incapaces de contactar consigo mismos y con serias dificultades para reconocer sus sentimientos.
Están aprendiendo a identificar y manejar sus emociones y necesitan que los ayudemos reconociéndolas, aceptándolas y nombrándolas, no tengamos miedo a decir frases como:
• “Hoy me siento cansada y por eso me desespero un poco discúlpame”,
• “Estoy llorando porque estoy triste, pues extraño a la abuela que ya no está con nosotros”
• “Me imagino que te dolió mucho esa caída, ¿te asustaste?, ¿necesitas que mamá te cargue?”
• “Entiendo que estés enojado porque no te gusta que te de esta medicina, a mí tampoco me gusta, pero es necesaria para que te recuperes pronto”
Insisto una vez más: olvidémonos del “no pasa nada”, pues pase lo que pase es mucho más sano reconocerlo y nombrarlo.
¿Te has puesto a pensar de qué manera les exigimos a los bebés y a los niños que se comuniquen como adultos? Ni tienen ni conocen los recursos de comunicación de los adultos, el llanto es su lenguaje por excelencia y nosotros nos empeñamos en callarlos, en no escucharlos. ¿Por qué les pedimos que se callen?, ¿por qué nos empeñamos en hacer todo lo posible por desaparecer su voz?, ¿por qué llegamos incluso a angustiarnos y perder el control?
Si bien es cierto que los bebés lloran por necesidades básicas como hambre, frío, sueño o dolor, también lo hacen por cansancio, tristeza, estrés, miedo, enojo, para pedir un abrazo o para simplemente desahogarse. Y es necesario decir que ninguna de estas causas es de menor importancia que las demás y que todas necesitan escucha y respuesta por nuestra parte. No es un berrinchudo, no está amañado, no quiere molestarnos, sólo necesita algo y lo está expresando, y lo seguirá haciendo mientras no lo escuchemos y respondamos a su voz. Respira profundo, obsérvalo, háblale, pregúntale qué necesita, qué te trata de decir. Seguramente poco a poco aprenderás a interpretar lo que él te dice, pero no dudes que desde el primer momento él percibirá tu actitud de escucha y eso será su primer consuelo. Nunca olvides que se vale llorar.
Ofrécele siempre un abrazo.
¿Sabías que el 80% de lo que percibe y aprende un bebé en su primer año de vida es a través del tacto? Aunque en menor medida, algo parecido pasa durante los primeros años de vida. Por eso es que muchas veces no les basta con verte, necesitan que los cargues y los abraces, pues la experiencia de ti y tu presencia se basa en el contacto, de otro modo es como si no estuvieras ahí.
Para que tu bebé sepa que estás con él lo mejor que puedes hacer es tocarlo, cargarlo, abrazarlo. Sin duda esto es una necesidad básica de desarrollo emocional y cuando decimos necesidad estamos hablando de que no es un capricho, es algo sin lo cual no están bien, están incompletos.
Hagamos de una vez a un lado esa falsa creencia de que los malacostumbramos, de que se amañan y luego sólo quieren brazos. Los niños quieren brazos porque necesitan brazos, porque su estabilidad emocional depende de eso. Si se los negamos una y otra vez dejarán de pedirlos, pero no porque no los necesiten, sino porque ya se dieron cuenta de que no se los vamos a dar. Es triste decirlo, pero se resignan a no tenerte.
Los niños abrazados, cargados, son niños sanos e íntegros. Siempre será preferible que un niño diga: “mi mamá me abrazó de más” (si es que esto fuera posible), a que diga: “me hubiera gustado que me abrazara más”
Nadie sabe más y mejor lo que necesita un bebé que su propia madre y su propio padre. Haz a un lado lo que dice el pediatra, lo que dice la maestra, la psicóloga y la abuelita. Échate un clavado a tu interior y se honesta/o contigo: ¿qué necesita mi bebé?, ¿qué me está pidiendo?, ¿qué creo yo que es lo mejor?
Aunque a veces te parezca descabellado: ¡atrévete! Aún con la posibilidad de equivocarte, siempre es mejor el intento genuino de una madre y de un padre por hacer lo mejor para su hijo, que las “recetas de los expertos” que saben mucho de todo pero muy poco de tu bebé.
REMI: Red de Educadores de Masaje Infantil/México A.C. es una Asociación civil sin fines de lucro, que ofrece una filosofía de vida sólida y humanista en torno a temas de crianza, maternidad, desarrollo humano y masaje infantil a través del futuro
Conoce más